El chemsex es un fenómeno en el que se consumen drogas en contextos sexuales, principalmente en la comunidad gay. Estos consumos pueden variar en patrones y grupos de población, como en la prostitución, intercambio de parejas, consumo con pornografía, y en la población LGTBI+. Cada grupo tiene características, comportamientos y sustancias de elección diferentes. El chemsex, vinculado a la cultura sexual gay, ha aumentado su prevalencia y genera preocupación debido a su asociación con la transmisión de VIH y otras infecciones, así como problemas de salud física, mental y social.
Se define como una práctica de consumo sexualizado de sustancias entre hombres gay, bisexuales, otros hombres que tienen sexo con hombres, y personas trans y no binarias en la cultura de sexo casual gay. El término, originario de la cultura británica, combina las palabras chems (químicos) y sex (sexo). El chemsex se distingue de otros consumos de drogas en la comunidad gay por la incorporación de sustancias como metanfetamina y mefedrona, la vía de consumo inyectada, la duración prolongada de las sesiones de consumo, el uso de aplicaciones de contactos gais para adquirir sustancias, y la expansión del turismo gay. Las sesiones de chemsex pueden durar varias horas o días, y se realizan principalmente en casas particulares, aunque también en saunas, clubs de sexo, hoteles y zonas de cruising.